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Perdidos

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  La luz de tus ojos  se perdió en el poema anterior.  Tú no querias atarte yo quería ser libre. Y la eternidad dejo de transcurrir entre los dos. Ciertamente fue el diablo, tal vez dios,  quien con ojo tuerto nos miró. Ya no amaso humedades ni tú cuerpo se ofrece ni el mío se quita la ropa. Ya... ni vivo placer ni avidez. Descubiertos los secretos: ni ternura ni búsqueda ni lujuria ni comunión. Nuestro reloj se detuvo... a "las cuatro y diez" como también  cantaba Aute. I. A. C. 17 de abril de 2024 poema anterior

Desnudos

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La luz de tus ojos se me antojaría tangible, mesurable, si no fuera por la fugacidad de tu mirada. Tus pechos, veraces y pequeños, permiten ser amasados como arcilla sudada entre los toscos dedos de quien esto escribe. Y siento, entre la eternidad que transcurre de tus ojos a tus pechos, el vivo placer de saberme tocado por la mano de dios, tal vez del diablo, en la generosidad que emanas. La avidez original se vuelve sigilosa ternura y acaricia tus caderas con la consciencia de quien ya conoció sus secretos. Tu cuerpo, bello y desnudo, sinuoso hábitat de pensamientos impuros se ofrece lujurioso en pleno rito de búsqueda de mi propia lujuria vestida de desnudez. Y a fe, ¡vive dios!, tal vez el diablo, que ambas desnudeces se unen en la comunión de nuestros corazones que se acompasan con precisión. "Mojándolo todo", como cantaba Aute. I. A. C. 14 de abril de 2024 continuación

Bajo los pechos de la Toscana

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Llamas a mi corazón mientras tejes sonrisas y miradas de musgo y miel. Bella en todo tu rubor. Ansias de piel, cuán más te alejas, más te permaneces Níveos encajes esconden celosos misterios de silenciosas turgencias. Suelto el último botón con urgencia,  se encienden mis sentimientos golosos. Ninfa de mi amor, cuando nos amamos ofreces traspasar tu sagrado umbral. De tus odios, cuando nos separamos. Bajo la luz de tus pechos toscanos bebí de tus aguas buscando pecar. Bien que pequé, y bien que pecamos. Vuelve a tus ríos y bosques, criatura de antigua leyenda: jamás seré tu merienda. I. A. C. 12 de abril de 2024

Vieja Palestina

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Bellas esmeraldas lucen tu mirada esperanzada en la paz que no llega. ¿Volverá la vida a vivir? ¿Volverán los niños a jugar en el jardín? No queda nadie: han muerto o marchado  que es otra forma de morir.   Bellos verdes lucen tus ropajes, testigos de una vida que se va. ¿Volverá la muerte a rondar? ¿Volverán las mujeres por ti a llorar? Nada queda: solo algún viejo olivo que apenas resiste a la destrucción y al olvido. Bellos cantos de esperanza por tu nombre no enterrado. Volverá tu estirpe con más vida. Volverá a sanar tu tierra herida. Tu historia, tu derecho, entre cenizas y holocausto  tu semilla de nuevo germina, Bellos tus vientres fecundos de infancias robadas. Volverán las madres y maridos. Volverán los juegos de tus niños. Desde el río hasta el mar: Salam, Shalom  tierra, pueblo, justicia, estrella, media luna, crucifijo. Mi bella y vieja Palestina. I. A. C. 9 de abril de 2024

In memoriam

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Tornasoles de luz pintan el cielo, mientras el alba  derrota a la noche. Un viejo de mirada perdida y manos temblorosas, sentado frente a siglos de oliva en su vieja butaca del porche, apura su vieja pipa  como apura su vida. Millones de estrellas fugaces Iluminan su tranquilo rostro de piel morena y labrada. Los ojos secos, vacíos de llanto, hundidos, gastados, por tanta luz, tanto polvo que los dañan. Antiguos recuerdos emergen, cristales rotos en las entrañas, que hieren su memoria, la de su pueblo, la de su gente. Arrebolado de sangre se halla el cielo. Hace tiempo que a padre y abuelo, los abrazó el arcángel de la muerte. Estoico, sobrevive su soledad: su hijo con su esposa, su hija con su esposo, y los hijos de sus hijos tomaron el camino hacia el sur. Jamás los reencontrará. Él conoce su destino: pronto partirá, no irá al sur. Sabe que ya se acercan quienes portan la ira de dios. Pero…  el horror, la barbarie, en verdad, ¿qué dios lo dispuso? Iridiscentes hexagramas

El luto de los árboles

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Secos y ajados,  lloran, mudos, los viejos árboles: olivo, kalina, baobab, sacuanjoche... Testigos de batallas de nadie, aquellas que todos perdieron: ¡siempre los mismos! Su verde impenetrable, hastiado de albas infinitas de sangre; forzado, calla su perpetua pena de tanto luto en montes y valles. Amasijos de carne, huesos y chatarra revelan los horrores perpetrados. Siglos de lecciones jamás aprendidas a fuer de ambiciosos señores que muy dignos rezan, cada cual, a su dios, mientras él mira hacia otro lado. No ha de cesar el espanto por más que los niños sufran. Expropiados sus sueños..., a la guerra, ya no juegan: ya matan..., ya mueren... por su casa, por su madre, por su tierra. Ignacio Achútegui Conde Logroño, 23 de febrero de 2024

Tirana cruz

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Injusta carga sobre los hombros del hombre, oh, tirana cruz, habrás de cesar tu  secular empeño. Símbolo de vidas dictadas en el dolor e infortunio. Férreos dogmas esclavizan el corazón. Libera pronto las almas borra tu  estigma acusador. Porque yugo hicimos de la religión, rompamos condena y pena, en pos de nuestra propia salvación. Abocados a la oscura prisión, alcancen, libres, hombre y mujer, su gloria, sin más límite que la razón. Tirana cruz , mudos queden tus mercachifles. Renazcan y disientan antiguos sueños en libertad. Tirana cruz, rota has de yacer. y sirvan para alimento de fuego, que al hogar calienten tus vetustos maderos. Vuele libre nuestro espíritu  In saecula saeculorum . Amén. Semana Santa 2023