Un zurito, un euro
© Texto: Ignacio Achútegui Conde (Nacho) Dibujos bajados de internet y retocados. Titular de los derechos: el autor Mi relación con la cerveza tuvo su rito iniciático siendo yo muy niño. En la casa de la sierra donde pasábamos las vacaciones de verano, en un gran salón, junto a la chimenea, en sendos sillones orejeros estampados, mi padre y un amigo disfrutaban de animada conversación. Refrescaban sus laringes con un par de botellines de tal bebida. No recuerdo la marca, pero dada la época bien podía tratarse de Skol, el Águila o San Miguel. Sí recuerdo que, ante mi curiosidad, mi padre contestó que le gustaba su sabor amargo y que cuando yo fuera mayor ya la bebería, aunque sí que me dio a probar un mini sorbito. La historia es tildada de apócrifa por mi familia: yo era muy pequeño, y mi padre no lo recuerda en absoluto, sin embargo, yo no albergo ninguna duda sobre su veracidad. Ya de jovenzuelo cuando comienzas a salir con esos chicos qu