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Ángeles

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Interminables pasillos con puertas que acogen desconsolados cuerpos, sentimientos malheridos. Agitado tránsito de ángeles de albo atavío. El tiempo no se detiene, transcurre tedioso, ahogando el anhelo. Ausentes las divinas cohortes de santos y demás mitos celestiales, nuestros ángeles terrenales cuidan y protegen la fragilidad que nos envuelve. Procuradores de sana alegría  mientras la negra dama siempre vigila  presta a recaudar su macabro tributo. Albura y negrura  lidian con ahínco su recompensa. El tiempo nos sacudirá la duda. I. A. C. Hospital San Pedro 25 de abril de 2024

Anoche

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Anoche… Anoche sucedió todo aquello que habíamos pactado que no ocurriría. Anoche se mecían nuestros cuerpos como cualquier noche: con mesura, con placer contenido. Pero… anoche rompimos la promesa de no prometermos nada. Anoche combatimos cuerpo a cuerpo, beso a beso, y, derrotados, caímos en convencionalismos que negábamos. Anoche nos vimos en un viaje distinto, no planeado. Anoche nos detuvimos en las estaciones que íbamos a dejar pasar. Anoche. Pero… ¡Hoy ya es un nuevo día! I. A. C. Día del Libro 2024

Perdidos

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  La luz de tus ojos  se perdió en el poema anterior.  Tú no querias atarte yo quería ser libre. Y la eternidad dejo de transcurrir entre los dos. Ciertamente fue el diablo, tal vez dios,  quien con ojo tuerto nos miró. Ya no amaso humedades ni tú cuerpo se ofrece ni el mío se quita la ropa. Ya... ni vivo placer ni avidez. Descubiertos los secretos: ni ternura ni búsqueda ni lujuria ni comunión. Nuestro reloj se detuvo... a "las cuatro y diez" como también  cantaba Aute. I. A. C. 17 de abril de 2024 poema anterior

Desnudos

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La luz de tus ojos se me antojaría tangible, mesurable, si no fuera por la fugacidad de tu mirada. Tus pechos, veraces y pequeños, permiten ser amasados como arcilla sudada entre los toscos dedos de quien esto escribe. Y siento, entre la eternidad que transcurre de tus ojos a tus pechos, el vivo placer de saberme tocado por la mano de dios, tal vez del diablo, en la generosidad que emanas. La avidez original se vuelve sigilosa ternura y acaricia tus caderas con la consciencia de quien ya conoció sus secretos. Tu cuerpo, bello y desnudo, sinuoso hábitat de pensamientos impuros se ofrece lujurioso en pleno rito de búsqueda de mi propia lujuria vestida de desnudez. Y a fe, ¡vive dios!, tal vez el diablo, que ambas desnudeces se unen en la comunión de nuestros corazones que se acompasan con precisión "mojándolo todo", como cantaba Aute. I. A. C. 14 de abril de 2024 continuación

Bajo los pechos de la Toscana

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Llamas a mi corazón mientras tejes sonrisas y miradas de musgo y miel. Bella en todo tu rubor. Ansias de piel, cuán más te alejas, más te permaneces Níveos encajes esconden celosos misterios de silenciosas turgencias. Suelto el último botón con urgencia,  se encienden mis sentimientos golosos. Ninfa de mi amor, cuando nos amamos ofreces traspasar tu sagrado umbral. De tus odios, cuando nos separamos. Bajo la luz de tus pechos toscanos bebí de tus aguas buscando pecar. Bien que pequé, y bien que pecamos. Vuelve a tus ríos y bosques, criatura de antigua leyenda: jamás seré tu merienda. I. A. C. 12 de abril de 2024

Vieja Palestina

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Bellas esmeraldas lucen tu mirada esperanzada en la paz que no llega. ¿Volverá la vida a vivir? ¿Volverán los niños a jugar en el jardín? No queda nadie: han muerto o marchado  que es otra forma de morir.   Bellos verdes lucen tus ropajes, testigos de una vida que se va. ¿Volverá la muerte a rondar? ¿Volverán las mujeres por ti a llorar? Nada queda: solo algún viejo olivo que apenas resiste a la destrucción y al olvido. Bellos cantos de esperanza por tu nombre no enterrado. Volverá tu estirpe con más vida. Volverá a sanar tu tierra herida. Tu historia, tu derecho, entre cenizas y holocausto  tu semilla de nuevo germina, Bellos tus vientres fecundos de infancias robadas. Volverán las madres y maridos. Volverán los juegos de tus niños. Desde el río hasta el mar: Salam, Shalom  tierra, pueblo, justicia, estrella, media luna, crucifijo. Mi bella y vieja Palestina. I. A. C. 9 de abril de 2024

In memoriam

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Tornasoles de luz pintan el cielo, mientras el alba  derrota a la noche. Un viejo de mirada perdida y manos temblorosas, sentado frente a siglos de oliva en su vieja butaca del porche, apura su vieja pipa  como apura su vida. Millones de estrellas fugaces Iluminan su tranquilo rostro de piel morena y labrada. Los ojos secos, vacíos de llanto, hundidos, gastados, por tanta luz, tanto polvo que los dañan. Antiguos recuerdos emergen, cristales rotos en las entrañas, que hieren su memoria, la de su pueblo, la de su gente. Arrebolado de sangre se halla el cielo. Hace tiempo que a padre y abuelo, los abrazó el arcángel de la muerte. Estoico, sobrevive su soledad: su hijo con su esposa, su hija con su esposo, y los hijos de sus hijos tomaron el camino hacia el sur. Jamás los reencontrará. Él conoce su destino: pronto partirá, no irá al sur. Sabe que ya se acercan quienes portan la ira de dios. Pero…  el horror, la barbarie, en verdad, ¿qué dios lo dispuso? Iridiscentes hexagramas