In memoriam
Tornasoles de luz pintan el cielo,
mientras el alba derrota a la noche.
Un viejo de mirada perdida
y manos temblorosas,
sentado frente a siglos de oliva
en su vieja butaca del porche,
apura su vieja pipa
como apura su vida.
Millones de estrellas fugaces
Iluminan su tranquilo rostro
de piel morena y labrada.
Los ojos secos, vacíos de llanto,
hundidos, gastados,
por tanta luz,
tanto polvo
que los dañan.
Antiguos recuerdos emergen,
cristales rotos en las entrañas,
que hieren su memoria,
la de su pueblo,
la de su gente.
Arrebolado de sangre
se halla el cielo.
Hace tiempo que
a padre y abuelo,
los abrazó
el arcángel de la muerte.
Estoico,
sobrevive su soledad:
su hijo con su esposa,
su hija con su esposo,
y los hijos de sus hijos
tomaron el camino hacia el sur.
Jamás los reencontrará.
Él conoce su destino:
pronto partirá,
no irá al sur.
Sabe que ya se acercan
quienes portan la ira de dios.
Pero… el horror, la barbarie,
en verdad,
¿qué dios lo dispuso?
Iridiscentes hexagramas
surcan el alba
en ofrenda de
trueno,
fuego
y destrucción.
Viejo beduino…
blanca ausencia,
negrura de paisaje quemado.
En el huracán desatado,
atroz holocausto,
la vieja kufiya
sobrevuela su tierra,
¡cuál bandera de libertad!
Ignacio Achútegui Conde
23 de marzo de 2024
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