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Mostrando las entradas etiquetadas como guerra

El hedor de la infamia

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Llora la vieja tierra la paz que nunca llega. Llora el niño, la niña, la infancia robada, Llora el padre el pan ausente. Llora la madre la casa derruida. Sangran el huerto asolado, los huesos profanados, Sangran los hospitales quemados, no son campos de batalla. Sangran las escuelas rotas, de sueños exiliados. Sangran cementerios de esperanza donde futuro es quimera. Sangran campos de dignidad donde piedras enfrentan tanques. Llora la blanca paloma y sangra el cañón de su fusil. I. A. C. 1de mayo de 2025

La última nana

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No te vayas, mamá, que tengo miedo. No lo tengas, hijo, que no me muevo. No apagues la luz, mamá, que tengo miedo. Los hombres malos traen su fuego. No llores, hijo, no tengas miedo, ha llegado la paz, que son los nuestros.   Apaga  la luz, mamá. que ya estoy muerto. I. A. C. 26 de febrero de 2025

Memoria

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Cuando plantamos un árbol, en gesto solidario, oxigenamos el pasado, cultivamos memoria; aquella que los censores trataron de arrebatarnos. Cultivamos memoria, proyectamos futuro. Los muertos vuelven a la vida mostrando su rostro a la lluvia. En los aledaños de mi pueblo se yergue un árbol que planté sobre la tierra de los hombres olvidados. La existencia derramada trepa por los vasos hacia la explosión  de los ramajes que el nuevo viento mece. Entonces, la memoria nos aguijonea con invisibles aullidos para que ellas no vuelvan a  bailar solas. I. A. C. 2 de mayo de 2024

In memoriam

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Tornasoles de luz pintan el cielo, mientras el alba  derrota a la noche. Un viejo de mirada perdida y manos temblorosas, sentado frente a siglos de oliva en su vieja butaca del porche, apura su vieja pipa  como apura su vida. Millones de estrellas fugaces Iluminan su tranquilo rostro de piel morena y labrada. Los ojos secos, vacíos de llanto, hundidos, gastados, por tanta luz, tanto polvo que los dañan. Antiguos recuerdos emergen, cristales rotos en las entrañas, que hieren su memoria, la de su pueblo, la de su gente. Arrebolado de sangre se halla el cielo. Hace tiempo que a padre y abuelo, los abrazó el arcángel de la muerte. Estoico, sobrevive su soledad: su hijo con su esposa, su hija con su esposo, y los hijos de sus hijos tomaron el camino hacia el sur. Jamás los reencontrará. Viejo perdido, pronto partirás, el sur no es tu destino. Sabes que ya se acercan quienes portan la ira de dios. Pero…  el horror, la barbarie, en verdad, ¿qué dios lo dispuso? Iridi...

El luto de los árboles

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Secos y ajados,  lloran,  mudos, los viejos árboles: olivo, kalina, baobab, sacuanjoche... Testigos de batallas de nadie, aquellas que todos perdieron: ¡siempre los mismos! Su verde impenetrable, hastiado de albas infinitas de sangre, forzado, calla su perpetua pena de tanto luto en montes y valles. Amasijos de carne, huesos y chatarra revelan los horrores perpetrados. Siglos de lecciones jamás aprendidas a fuer de ambiciosos señores que muy dignos rezan, cada cual, a su dios, mientras él mira hacia otro lado. No ha de cesar el espanto por más que los niños sufran. Expropiados sus sueños..., a la guerra, ya no juegan: ya matan..., ya mueren... por su casa, por su madre, por su tierra. Ignacio Achútegui Conde Logroño, 23 de febrero de 2024

Guerra y sexo

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Dices que vas a las guerras cántabras, y aquí dejas herido a este urbano que nunca llegó a levantar un arma que no fuese su corazón riojano. Quisiera deleitarme en tus sonrisas, cobijarme en tus amables caderas, hacer mil veces el amor, sin prisa, gozar como si un mañana no hubiera. Añoro los besos aún venideros, paradigmas hermosos y convulsos, prolegómenos de buenos agüeros. que conllevaran el acto concluso. Muy lejos quedaron aquellos juegos, fundamento de voces estentóreas, cierto ritual de cálidos apegos, que allegan las carnes concorpóreas. Pueda parecer conceptual mi verso, más fácil será de ser comprendido, si llanamente, fornicar expreso en un nítido román paladino. Para E. Ll. F. I. A. C.  27 de agosto de 2022

Oración

 Mira, Señor: hombres sufriendo, hombres que luchan contra la tiranía. Señor, ayúdalos. Tú, eres quien todo lo puede. No son malos aunque empuñen armas, es el destino quien los obliga, Señor, ayúdalos. Te necesitan. Combaten para defender su libertad, hogar, familia; para que la paz y la justicia entren en sus vidas de sacrificio Son muchos los que luchan y también los que mueren. Pero, todavía quedan otros que pueden morir, Tú puedes evitarlo y acabar con esta guerra fraticida que empezó hace doscientos mil años. Señor, extiende tu mano  bendice a estos valientes que dan la cara por su libertad. ¡Señor, ayúdalos! Escrita con 15-16, años en 1979