Episodios riojanos: 04. El nombre de La Rioja

© texto: Ignacio/Nacho Achútegui Conde. 2020
portada: collage con imagenes de internet



EPISODIOS RIOJANOS

por Ignacio Achútegui Conde

 

04. El nombre de Rioja. Tierra de Ríos

 

                Rioja, Rioja… el nombre surgirá e ira generalizándose. Los pobladores sentían la necesidad de bautizar a estas tierras. ¿Qué sería de todo lo que amamos si no hubiese un nombre con que llamarlo? ¿Cabría el mismo amor si no lo tuviese, si careciera de él? Por ello el ser humano otorga un nombre propio para designar todo aquello que le es de mayor relevancia y para promover su distinción y reconocimiento.

La tierra que le vio nacer a uno no va a ser distinta y por ello será nombrada para ser identificada y amada.

 

                Siglo XI, un nuevo nombre aparecerá entre los pergaminos monacales. De nuevo los monasterios como guardianes del acervo cultural del Medievo. Las preguntas cuándo y cómo aún hoy día serán un misterio sin resolver. Al igual que decíamos en el episodio anterior sobre el nuevo idioma, imposible resultará constatar fecha y lugar concreto de su primer uso por cuanto el nombre llevaría ya un tiempo utilizándose. Los monjes que anotaron rivo de ogga y rioga en sendos documentos de 1082 y 1099 respectivamente no hicieron sino constatar la nueva realidad.

Tradicionalmente ―y así se lee en numerosos libros todavía― se ha considerado el Fuero de Miranda de 1099 como el primer documento donde aparece el nombre de esta tierra en las formas rioga, riogam y Ribodeoja, pero… adelantémonos a 1082 y en el Becerro Galicano podremos leer rivo de ogga. Ambos pergaminos podrán considerarse las partidas de nacimiento y bautismo de nuestro histórico nombre.

Rivo de ogga, rivo de oga, rioga, riogam, Ribodeoja, fluminis Oggensis, fluminis oggensis, riuo de Oiha, Rivo de ogga, rivo de Ogga, rivum de Oia, rivo Ogia, rivo de Oia, rio d’Oia, herri ogia, Riogia, riogia, Rioija, Rioxa, rivo de ogia, Ribo de Oia, rivo de oia, rivo ogie, rivo Ohia, rivodoia, rivogia, Rivogio, rivogio, rivum de oiha, Rivvo de ogga, Rivvo de Oia, Val de Oiaco Harana, Rrioia…

«Mil y una» formas en que se verá escrito a lo largo de toda la Edad Media. Incluso Rioja y la Rioja, sin artículo y con él. En minúsculas, con mayúscula inicial, junto, separado, con v, con b, con doble r… y no siempre estará aclarada la distinción entre la tierra y el río que la cruza.

Para una recién nacida… ¡no estará mal la cantidad de documentación que dejará constancia de su realidad!

Esta Rioja primigenia no será la misma que hoy conocemos, no corresponderá inicialmente con el reino de Nájera. En un principio será solo la comarca entre los ríos Tirón y Oja. Con el tiempo se habrá de extender a todo el reino de Nájera que, ya en el siglo XII, perdida su condición de reino, mutará su nombre por el de Rioja/La Rioja.

 

                Rioja, Rioja… ¿Cómo nace, de dónde vendrá el nuevo nombre? ¿Cuál es su significado? Serán preguntas aún sin resolver en la actualidad. Los cuantiosos documentos antiguos no reflejan esta cuestión, su origen y etimología serán el foco de diversas teorías, algunas no pasarán de ser meras conjeturas.

Junto a la conocida y popular idea de que el río Oja dio su nombre a la tierra, orígenes euskéricos y romances latinizados serán los que se barajan, sin que a ciencia cierta se pueda hoy día conocer la realidad.

 

¡Río Oja?

 

                La tradición popular asumirá que el nombre de esta tierra vendrá del río Oja, así sin más y está será la explicación adjudicada por los despachos oficiales en los últimos años. ¡Demasiado fácil! Habrá que mirar más allá de lo presuntamente evidente para tratar de averiguar lo que se esconde detrás de la voz antigua. Incluso en la aceptación de que fuera así, ¿que significaría el vocablo Oja, toda vez que río no parece entrañar ningún misterio? Una vez más la tradición popular simplificará y será ’río de las hojas’.

 

¡Raíces vascas?

 

                ¿Será cierto que Rioja no es sino el ‘río del bosque’ en la suma de rivum>río (latín) y ohia>bosque (una de las formas de bosque en vasco)? O, según otros autores, ‘tierra fría’ de herri hotza, donde herri es tierra y hotza, frío. Tal vez, ‘tierra del pan’ de herri ogiaogia es pan― por el cereal que todavía hoy se cultiva en la zona. No faltará quien apunte Arrioxa harri es piedra―como nombre inicial del que derivaría Rioja por la ‘mucha piedra’ que ciertamente existe en su cauce. O quien afirma que el artículo ‘La’ en origen no era tal, sino que la voz primitiva es Larreolha, ‘campo de ferrerías’, siendo larre, pastizal, campo y olha taller (de forja); y nuevamente…, ¡la tradición popular…! descompondría el nombre para darle la forma actual donde ‘La‘ es ya artículo. O quizás, venga de Rivo Oiha donde oiha no es otra cosa que cama, referida en este caso al lecho fluvial dándose la tautología o repetición de conceptos río y lecho fluvial. Nuevamente se repetirá tautología en Val de Oiaco Harana, término aparecido en un documento de 1380 que traducido resulta ‘Valle del Valle del Oja’, (haran/aran>valle).

Ambas tautologías y el vocablo Arrioxa concuerdan con la palabra latina>romance Glera que significa cascajal. Efectivamente el río Oja, también llamado Glera, es un cascajal. Como Glera se conoce desde antiguo tal como se plasma en documento fechado en 1275: «rio de Oia que dizen la Glera». Esta escritura en lengua romance desmiente algunas afirmaciones de que el río siempre se llamó Glera y no Oja. Los dos nombres convivirán desde el Medievo para llegar a la realidad actual en la que Glera ha quedado casi olvidado en beneficio de río Oja y de la oficialidad que considera que el río da nombre a la tierra. Olvidado, salvo para los más mayores del lugar que aún lo nombran como «la Ilera» en clara corrupción de Glera y con artículo femenino como es habitual por estos pagos, como también habremos de escuchar en alguna ocasión ―las menos ya― decir «la Iregua».

No será descabellado pensar que el nombre de Rioja tenga su origen en el siglo X en aquellos colonos vascos que la repoblaron y dieron nombre a montes y ríos tal como explicaba en los episodios uno y dos y que fuera traducido por los monjes a partir del siglo XI al romance como Rioga, ribodeoja o al latín como rivo de ogga y similares. Pero nada será conclusión definitiva ni probada.

 

¡Romance latinizado?

 

                Nuevas voces han de alzarse en la oscuridad que conlleva tratar de siglos lejanos y surge la idea de que el nombre de Rioja es un par de siglos anterior a sus registros oficiales de 1082 y 1099. Rioga sería palabra romance utilizada en el siglo IX para llamar a la tierra entre los ríos Tirón y Oja. Después, en los siglos XI y posteriores, vendrán las latinizaciones cuando se quiera escribir en documentos cultos

Rioga como termino romance, vendrá del latín hablado por los hispanogodos, un latín que perdería su identidad para transformarse con el largo paso del tiempo en la lengua de hoy día. Una palabra, rialia aparecerá en el códice 51 de San Millán para nombrar la comarca como [tierra de] riachuelos. Fácil será establecer la relación entre la palabra original latina rivalia de significado ‘riachuelos’ o ‘regajos’ con Rioja. La conocida evolución lógica de la lengua en otras palabras nos muestra el camino que seguiría del latín al romance, rivalia> rialia>riolia>rioja.

Se dará la extraña circunstancia que nacida del latín, la palabra romance Rioja será traducida nuevamente al latín en los documentos cultos. ¿Y cómo lo hará? Pues con la lógica popular del siglo XI, no tan distante―en este caso― de la actual, que en Rioja verá la unión de dos palabras, río y oja. Así se latinizará unas veces, las menos, como fluminis oggensis y otras como rivo de ogga, pues ogga será palabra muy conocida, referida a aquellas abundantes hoyas, hoyos, ojos, charcas donde naceran esos pequeños riachuelos que se decía por aquellos montes de Yuso, entre Valgañón, Grañón y los pueblos de la zona hoy conocida como la Riojilla.

Alumbrado el nombre Rioja entre los ríos Tirón y Glera-Oja, tendrá en la propia Glera su límite oriental. Será Santo Domingo de la Calzada (Domingo de Rioja) nacido en esa Rioja primigenia quien al fundar la ciudad de su nombre traerá y cederá el de Rioja a la cuenca del río Glera ―que por asociación lógica comenzaría a ser llamado río Oja― para extenderse con los siglos a toda la región riojana.

Pero como decíamos referente a las raíces vascas, también a este respecto…  nada será conclusión definitiva ni probada.


    Curioso, como una fácil etimología popular puede ser dada la vuelta. No ser el río Oja el que da nombre a La Rioja, sino más bien que pudiera ser lo contrario, que La Rioja nombrará al río Oja.

Como curioso será  ―o quizás no tanto― que la invasión árabe, en ese afán humano que explicaba al comienzo del artículo, la hubiese llamado anteriormente Velez Assiqia que no es sino ‘tierra de acequias’ que viene a ser lo mismo que esa Rialia, [tierra de] riachuelos , que poco después habrían de llamarla los cristianos. Tengamos en cuenta que en La Rioja a las acequias les decimos ríos.


 

Expansión del nombre  

 

                El nombre hará fortuna y desde esa Rioja pequeña de entrerríos se irá extendiendo a todo el antiguo reino de Nájera. Será en octubre de 1228 cuando un cura de la Diócesis de Calahorra se autorreconocerá bajo su nombre y rúbrica como riogñ [sic], abreviatura de riogensi, es decir el gentilicio riojano.

Los siete valles ―ya en el siglo XVI― serán Rioja, con o sin el artículo 'La'.


                Con los siglos, nuevamente La Rioja cederá su nombre. Lo hará en las lejanas tierras del Nuevo Mundo de la mano de un conquistador de Estollo que fundará la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, hoy conocida simplemente por La Rioja, capital de la provincia de su nombre en la República Argentina.

 

El vino de Rioja

 

                Y ya en el siglo XX el producto riojano más identificativo tomará de su madre tierra su nombre. «El vino que lleva el nombre de su tierra en la etiqueta» que pregona la canción La Rioja existe, pero no es... que tantas veces hemos cantado con Carmen, Jesús e Iñaki.

Será la tierra la que ceda su nombre a su vino al contrario de lo que expresa de manera involuntaria el eslogan «la tierra con nombre de vino».

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