Errante




Pluma y verbo escogí,
cual clérigo recogido.
La pesadumbre, por fría compañera,
a causa de tanto dolor infligido.

Vagar mil años fuera poca condena,
mil años más no fueran bastante
que la muerte causada quema
mi sórdida alma errante.

Convicto de tan espantosa pena
a las profundidades arrojé mi espada
allá  donde Poseidón reina.

En busca del perdón camino,
hondo pesar me encadena,
por enmendar tanto desatino.

Sin rumbo ni vereda, triste sobrevivo.


Ignacio Achútegui Conde

Logroño, 27 de marzo de 2014

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