Nocherniego
Deambular por calles desiertas,
escabullido de la ofensa atroz
de luminarias excesivas.
Pasos serenos que se acompasan con la quietud de la noche.
Silencio, calma…
Los árboles ausentes me clavan su quejido.
¿A dónde fue que los llevaron?
¿Dónde residen sus almas truncadas?
Silencio, calma...
Mi corazón riega las fértiles vísceras de mi dilatado presidio
en vano intento por desbordar su preciada alberca.
La noche se me antoja imposible amansadora
de vuelo de ave nocherniega.
Silencio, calma…
Mudos bramidos acuden revoltosos a su ventana,
traspasan los vibrantes barrotes
y en ejercicio de sagrada libertad abrazan su ausencia.
Silencio, calma…
¡Yo y mi naturaleza!
Ignacio Achútegui Conde
Logroño, 3 de julio de 2021
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