Perdidos

 


La luz de tus ojos
se perdió
en el poema anterior. 
Tú no querías atarte
yo quería ser libre.
Y la eternidad
dejó de transcurrir
entre los dos.

Ciertamente
fue el diablo,
tal vez dios, 
quien con ojo tuerto
nos miró.

Ya no amaso humedades
ni tú cuerpo se ofrece
ni el mío se quita la ropa.
Ya...
ni vivo placer
ni avidez.

Descubiertos
los secretos:
ni ternura,
ni búsqueda,
ni lujuria,
ni comunión.

Nuestro reloj
se detuvo...
a "las cuatro y diez"
como también cantaba Aute.

I. A. C.
17 de abril de 2024





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