Momentos para matar. Revisión de 2015


© Texto: Ignacio Achútegui Conde (Nacho)
Dibujos bajados de internet y retocados.
Titular de los derechos: el autor

Hechos reales sucedidos en diciembre de 1980




Frente a frente…

Las buenas palabras se habían tornado insípidas, vanas, igualmente inútiles. Campazas, en su retórica, no lograba apaciguar los ánimos. Caín se complacía en mostrar su gran conocimiento de todos, y cada uno, de aquellos vocablos insidiosos e insultantes que posee el español.

Un puño cruza el aire hasta incrustarse en la mandíbula de Caín. Campazas y sus compañeros frenan a su amigo y caen al suelo donde es reducido y obligado a recapacitar. Mientras, Caín observa en silencio; la cínica sonrisa asoma a sus labios, la traición, vil cobardía, está a punto de producirse.
Caín avanza orgulloso y la espalda cruje violentamente mientras el cuerpo bota en el suelo tras el terrible puntapié recibido. Los gritos resuenan en la noche, los gritos sedientos de sangre, la ira de quien clama justicia, y lucha por zafarse.

Caín desaparece como carroña entre buitres hambrientos.

Venganza resuena en la mente. ¡Venganza!



Hoy el mundo celebra que Dios se hizo hombre. Paz y confraternización. Pero en el rincón más escondido de un corazón, la venganza aguarda satisfacer su instinto. Una buena dosis de alcohol no aplaca precisamente la sed.

El destino une de nuevo a estos encarnizados enemigos cuando ambos conducen sus motos. Los ojos del vengador se iluminan y da comienzo una arriesgada persecución, las reglas de tráfico no parecen existir. Caín es más veloz, se distancia hasta perderse de vista. Respira aliviado…

Sin esperarlo, apenas tiene tiempo para saltar, las dos motos brincan estrepitosamente en el aire y caen al suelo; segundos antes del impacto el vengador había saltado de su máquina.

Una vez más se encuentran frente a frente. La cruel reyerta comienza, dispuestos a despellejarse, sacar los ojos al contrario. La tragedia es impedida por Campazas y sus amigos. Caín aguarda de nuevo repetir su traición, que no se le permite. Arranca su moto y huye.

Junto a un montón de chatarra, un abatido adolescente cae de rodillas y llora su fracaso:

¡Él quería matarlo!


Ignacio Achútegui Conde
Logroño-Villamediana, a 21 de marzo de 1981


Revisado 28 de enero de 2015




Esta es la revisión actual de un original de 1981 que fue escrito con 17 años para la clase de Literatura del colegio marianista de Logroño. El original está colgado en otra entrada de este blog. 

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