Un día de lluvia... Versión microrrelato
© Texto: Ignacio Achútegui Conde (Nacho)
Portada: fotografía bajada de internet
y cuadro de Luis Burgos
Titular de los derechos: el autor
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Cuando
colgué el teléfono tuve la certeza de que jamás volvería a saber nada de ella. Se había casado y ya tenía un hijo.
Había
transcurrido un tiempo desde que un espléndido sol alumbrara su sentimiento de
culpa. En su presurosa huida abandonó una fragante
estela sobre mi cama; ronroneos y melosos gemidos embriagaban mi mente sumida
en el sueño más placentero y relajante. Sus manos firmes habían apretado mi
cuerpo contra las curvas de sus caderas, cobijo de su esencia femenina, y
labrado surcos de placer en mi espalda.
Habíamos
recorrido viejas y solitarias callejuelas, entre luces y sombras, en una
divertida carrera bajo la lluvia. Me había aceptado un café bien caliente:
apenas un alivio para aquella carita pálida enmarcada por dorados rizos que, embebidos
de toda el agua del cielo, pesaban cual pecado original.
Aún recuerdo con nostalgia el
instante en que la conocí: aquel día de julio, de un verano notablemente seco,
el cielo había roto aguas precisamente cuando don Ramón se dispuso a emprender
su último viaje.
Mientras
el sacerdote recitaba su responso, yo no podía dejar de mirar a la muchacha
rubia que bajo un gran paraguas —negro, por supuesto— observaba con unos
grandes ojos azules, que como canto de sirena me atraían en silencio, la
surrealista escena en la que el ataúd esperaba ser sumergido en vez de
enterrado.
¡A
punto estaba de ser navegable aquel cementerio!
Aleccionado
por mi querencia a las situaciones extrañas la invité a entrar en calor…
Ignacio Achútegui Conde
Logroño, 11 de julio de
2016
Esta historia es la versión micro de la continuación de otra escrita dos años antes, El entierro de don Ramón. Como me gustó decidí fusionar las dos historias en una en Un día de lluvia. Versión Extendida como los grandes cineastas 😉 y luego la versión microrrelato.
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