Episodios riojanos: 02 . Los monasterios
© texto: Ignacio/Nacho Achútegui Conde. 2020 portada: collage con imagenes de internet |
por Ignacio Achútegui Conde
02. Los monasterios. Leyes, números y letras
Expulsado
el musulmán y afianzado el territorio, la pluma tomó el relevo a la espada; el
hábito, a la cota de malla. Los reyes acometerán la labor de auxilio a los
monjes en aquello de llevar a Dios a los nuevos parajes. Fundarían monasterios
que engrandecerían con generosas
donaciones de bienes y la exención de tributos. Los reyes se
aseguraban su vida eterna y los monjes su subsistencia terrenal. Monasterios,
eremitorios, cenobios… repartidos por toda la Hispania salvaguardaban la
palabra de Dios. Algunos, fundados en la
época visigoda, mantuvieron su existencia durante el periodo islámico; no todos
los pobladores autóctonos habían huido ante los guerreros de Alá, los llamados
mozárabes mantuvieron su fe en Cristo, aprendieron la lengua árabe y adoptaron las
nuevas vestimentas y costumbres.
Por entre los recovecos de las peñas quedarán al resguardo las plegarias
de los fervorosos eremitas. Aquellos centros cristianos de oración se
convertirán en faros del saber bajo cuyo amparo se crearán las más bellas obras
religiosas. Destacarán con luz propia códices y libros de canto escritos en
latín y minuciosamente ilustrados sobre pieles de cordero llamadas pergaminos.
San Prudencio en Clavijo, Suso y Yuso en San Millán, Valvanera, San Andrés en
Cirueña, San Martín en Albelda, Santa María la Real en Nájera, Santa María de San
Salvador en Cañas… Abundaban los pequeños eremitorios en cuevas, otros serian
formidables construcciones gracias a sus benefactores. Su fundación se verá
rodeada de devotas leyendas que entremezclan historia y fantasía. Tal cual su
profundo arraigo…, que la búsqueda del cierto origen resultaría pecaminosa. Con
todo, los monasterios siguieron desempeñando su función de patrocinio de la
palabra de Dios y de todo el saber y la cultura cristiana.
De San Prudencio,
en las faldas del monte Laturce, término de Clavijo, recordaremos que fue el
primer monasterio en la península de la obra reformista del Cister.
Tras entrar el rey
pamplonés a tierras de Nájera ―que será lo mismo que decir, tiempo después,
tierras de Rioja― quiso agradecer a Dios por sus victorias en Nájera y Viguera.
El rey Sancho I y su esposa fundarían el monasterio de San Martín en Albelda de
Iregua, probablemente sobre un pequeño cenobio rupestre ya existente durante la
dominación islamita. Cuentan las crónicas que doscientos monjes, llegó a
albergar en su mejor momento.
De su scriptorium saldría para
la historia y la cultura el Chronicon
Albendense, uno de los más meritorios códices medievales de Europa. En él
los monjes nos relatan de manera extraordinaria la historia de Hispania y del
mundo conocido desde la antigüedad, acompañada de amplias lecciones de
geografía, léxico, modos y costumbres. Además, también incluye el Forum Judicum, importantísimo código
civil visigótico basado en el Derecho Romano que perdurará hasta el siglo XIX.
Posteriormente, un monje de nombre Vigila lo ampliará y creará
miniaturas de bellísima factura para iluminar la huella gráfica de aquellos
conocimientos. Vigila será el responsable de dibujar los números arábigos del 1
al 9. Será el documento más antiguo que se conozca donde aparecen por primera
vez los números prácticamente tal como los conocemos hoy día. Todo Occidente
comenzaría muy lentamente a usar los números árabes en detrimento de las cifras
romanas. Y… todo esto comenzó a la vera del río Iregua.
Del Iregua al Cárdenas. Solo diez leguas, un día a caballo. En una ladera de los montes Distercios, otro monasterio, hoy conocido como San Millán de Suso, será el lugar donde otro monje, esta vez anónimo, traducirá ese latín culto de los libros a la lengua usada por el pueblo y lo hará en dos idiomas bien distintos, el antiguo euskara y el naciente romance. Estamos hablando de las Glosas Emilianenses. Finales del siglo X.
Comentarios
Publicar un comentario