Epílogo de "El secreto de Layla"
Fecha: 18/08/15
Nº de registro: LO-165/2015
Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de La Rioja
© Texto y fotografía: Ignacio Achútegui Conde (Nacho)
Titular de los derechos: el autor
EPÍLOGO
Las
referencias a las costumbres machistas y la falta de democracia en Marruecos en
particular, y en el resto del mundo árabe en general, han formado parte de más
de una conversación con el verdadero Najjar, en las que yo siempre he defendido
como algo necesario la modernización de su país, a lo que él me ha aportado sus
apreciaciones, ciertamente cabales.
La
llamada Primavera Árabe debía haber desembocado en frescas lluvias
torrenciales que hubiesen barrido la injusticia y la sinrazón en esos países,
sin embargo ha quedado en muchos casos en un orgasmo de sangre, y en otros en
un chirimiri que apenas ha limpiado nada.
«Milana
bonita» hace referencia a dos asuntos relacionados entre sí:
Por un lado es la
frase repetida por el retrasado Azarías en la novela de Miguel Delibes «Los
santos inocentes» y de la que Mario Camus hizo una excelente película en
1984. Delibes retrata una sociedad
extremadamente caciquil, y el alto grado de sumisión y resignación con que los
siervos atendían a sus señores en la España profunda del siglo pasado.
En segundo lugar, a
raíz de la película, un compañero de activismo social, llenó nuestra ciudad con
pintadas que decían así: «milana bonita». El propio Mario Camus manifestó su
sorpresa en una visita al encontrarlas por doquier. «Milana bonita» ha quedado
en el recuerdo colectivo de aquellos que en los años ochenta participábamos
activamente en movimientos sociales de distinta índole como un necesario grito
de rebeldía.
La finalización de
la tercera parte ha coincidido con los sucesos terroristas de Paris, el
atentado contra Charlie Hebdo y el supermercado judío. Como bien expresa Layla
en la Cueva de la Milana, y por ende este autor, un nuevo rumbo deben tomar las
relaciones entre las personas y su religión, entre las personas y sus
gobernantes y entre las diferentes culturas y naciones. No puede ser mantener
la incultura y la superstición al servicio de intereses impuros para el
sostenimiento de la injusticia y miseria en que vive una gran parte de la
humanidad. Mucho menos recurrir al terrorismo, insurgente o de estado, para
aniquilar la diferencia.
Recordemos…: ¡Milana
Bonita!
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