Episodios riojanos: 03. Las Glosas Emilianenses

© texto: Ignacio/Nacho Achútegui Conde. 2020
portada: collage con imagenes de internet

 



EPISODIOS RIOJANOS

por Ignacio Achútegui Conde

 

03. Las Glosas Emilianenses. En romance y euskara

 

                Agonizaba el siglo X, gran parte de la población hispanogoda había huido temerosa de las razias o expediciones guerreras moras, solo unos pocos mozárabes permanecían. Los sucesivos reyes de Nájera promovieron la repoblación de su territorio mediante ventajas y franquicias otorgadas a colonizadores alaveses y pirenaicos que trajeron su lengua vascona, la misma de los reyes y cortesanos. Ríos, montes, bosques…  y asentamientos de los valles del Oja y del Tirón fueron nombrados con ella.

Almanzor, caudillo victorioso, sembraría el terror por toda Hispania. Semanas antes de «perder el tambor», saqueó y destruyó San Millán, lugar santo para castellanos y nájero-pamploneses desde la batalla de Simancas en Valladolid.

Se cuenta que Santiago, tal como sucediera en Clavijo, se apareció en Simancas en socorro de las tropas de Castilla, León y Nájera-Pamplona. La contienda debía ser aún más complicada que en Clavijo pues se hizo acompañar del santo riojano, lo que le valió a San Millán el patronato de Castilla y de Navarra.

El entrechocar de las armas y los gritos de guerra dieron paso a una etapa de florecimiento. Al igual que hicieran los reyes, los monasterios ofrecieron refugio a campesinos y artesanos que vinieron a asentarse trayendo consigo, en muchos casos, conocimientos técnico agrícolas que aportaron a cambio de paz terrenal y consuelo espiritual.  El reino de Nájera sería entonces una mixtura de lenguas

El pueblo llano usaba el latín vulgar, sermo vulgaris, traído por las legiones de Roma y que posteriormente los visigodos aliñarían con vocablos germánicos.  Los nuevos colonos se expresaban en euskara, la misma lengua de la corte, de origen pamplonés. Los monjes conocedores del latín culto de los libros sacros, en su trato con el pueblo debían utilizar el latín vulgar y el euskara. El retroceso territorial del Califato de Córdoba supuso también el retroceso de la lengua árabe que había enriquecido notablemente el sermo vulgaris de los mozárabes con numerosos arabismos. Solo el latín en su forma culta gozaba de escritura.

 

                No lejos del monasterio de San Martín de Albelda, donde se hallan los primeros números tal como los conocemos, otro monasterio será el guardián de otro tesoro. Acerquémonos a San Millán, en él se hallarán los vestigios de una nueva lengua junto a los de una antigua. Romance y euskara compartirán pergaminos. Numerosos monjes serían trilingües, hablarían latín culto, vulgar ―ya romance― y euskara.

Un monje debía tener un poco oxidado aquellos latines cultos de los libros santos y le costaría ya entenderlos; así que, como cualquier estudiante actual escribió, glosó, al margen unas notas aclaratorias. ¿Y en que lengua lo habría de hacer? Pues en las que se entendía con naturalidad, el euskara y el romance.

Junto a los versos en latín aparecen las que se consideran primeras frases escritas en vasco fuera de las estelas funerarias. Conocido su significado literal, todavía andan los estudiosos tratando de hallar su interpretación concreta. Varios siglos se hablará esta lengua en la zona. Una «sentencia judicial» del siglo XIII, la llamada Fazanya de Oia-Castro, reafirmará el derecho otorgado por fuero a declarar ante la justicia «en Bascuence [sic]».

 

                Otro monje…, tal vez el mismo, traducirá en esta ocasión un texto más extenso, una plegaria a Dios. Usará para ello el nuevo lenguaje que ya lleva un tiempo hablándose en la zona. Ya no es latín tardío sino algo nuevo que algún siglo después otro monje, de nombre Gonzalo y nacido en Berceo, nombrará román paladino.

Este rezo será la primera prueba escrita de lo que por aquellos tiempos se hablaba en el reino de Nájera. San Millán será conocido bastantes siglos después como la Cuna del Castellano obviando que un idioma no nace en una fecha y lugar concreto. Más será cuna como lugar donde reposa el recién nacido. Años manejando la misma idea complicaran la tarea de dilucidar si lo que se escribió en las faldas de los llamados entonces montes Cogollanos y que hoy conocemos como sierra de la Demanda es o no, castellano.

Si tradicionalmente desde el descubrimiento de las glosas se ha venido afirmando que ese rezo del códice emilianense es incipiente castellano, ya muchos lingüistas lo niegan. Los exhaustivos estudios más recientes determinan que más bien se trata de altorriojano, variedad del romance navarroaragonés. El texto se halla salpicado de elementos diferenciadores con el vecino romance castellano y análogos a las hablas navarra y aragonesa. Tendrá una lógica lo afirmado y es que teniendo en cuenta que La Rioja de entonces no era Castilla todavía, su lengua no sería castellana, si bien tendrá rasgos comunes con el castellano de la vecina tierra de Burgos como también tendrá algo de árabe, vasco y mucho de romance navarro.

 

                Mediado el siglo XI el reino de Nájera ya había expandido su territorio hasta la milenaria Calahorra, prácticamente toda La Rioja suponía una entidad. Emilianense y euskera junto con un minoritario romance mozárabe serán las lenguas que se encontrará a su llegada el invasor castellano.

La conquista del reino de Nájera por el rey castellano logrará la asimilación del idioma riojano que de no haber sido fagocitado, como también lo fue el mozárabe, bien podría haber tenido un mayor recorrido histórico y ser reconocido como najerano, cogollano o emilianense.

 

El nombre de Rioja comenzaría ya a sonar para la historia.

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